sábado, 26 de mayo de 2012

Sábado 26 de mayo, 2012

Esta mañana soñé con mi mamá. Fue un sueño raro. Las dos estábamos en un programa de televisión, conducido por Elizabth Vernaci. Estabamos en un lugar parecido a una estancia, mi mamá era participante de un juego donde tenía que esconderse en una casa, deshabitada, no abandonada, deshabitada, y otros participantes tenían que encontrarla. Íbamos con la producción y la conductora a ver el lugar. Yo, parada en el umbral de una puerta, siento que alguien me toca la espalda con el dedo índice, como llamándome, al darme vuelta no había nadie, le pregunto a mi mamá: "¿fuiste vos?¿me llamaste?" "no", me dice, la misma pregunta la repito para la Vernaci, para las demás personas presentes, y nada... entonces me pongo a llorar y digo: "acá hay fantasmas, salgamos de esta casa, por favor, mi mamá no se va a quedar acá, tengo miedo, mi mamá no se queda acá". El llanto era entrecortado, nervioso, incontenible, mi mamá me abrazaba fuerte, estaba tan bonita... y decía: "Bueno, bueno... Carina está triste, tienen que entender, por eso tiene mas miedo"
No sé si se quedaba en la casa o no, porque después me desperté, me quedó esa sensación de abandono que me queda siempre después de soñar con ella... Me dejó sola, en lugar de elegir la vida, eligió enfermarse y me dejó sola... quizás de alguna forma, nunca la perdoné, es hora de que empiece a hacerlo, porque cada vez que tiene oportunidad y yo la necesito, ella viene a recordarme lo mucho que me ama. tengo que empezar a entender que no hizo las cosas a drede, que toda su vida se sintió exigida, y no pudo con todo, que si era por ella, nunca, nunca me hubiera dejado sola, porque aún en sus estados de locura, velaba por mí... Gracias mamá por venir esta mañana, te amo, te extraño...

miércoles, 9 de mayo de 2012

La fábrica desnuda mis huesos. A estas horas, me siento desarmada, casi vencida, ella y yo nos probamos. A las seis de la mañana, con el timbre de ingreso, siento que comenzamos. Yo la pruebo, ella me prueba. Somos resistentes. La fábrica me deja este cansancio, este letargo de músculos y la garganta tomada de tanto aire frío, pero la fábrica no se salva de mí, en sus pasillos quedan mis pasos acelerados por el ritmo laboral, mi risa, cruzada con otras risas parecidas a la mía, mi entrega, mis piernas, mi cuello, la reistencia imparable de mi columna vertebral, mi pelo suelto al final de la tarde.
Las dos nos colmamos, pero a estas horas, ella sigue despierta dentro de su coraza de hormigón, el ronroneo de animal atento, audaz, empedernido. En cambio yo, voy hacia mis otros mundos, mis libros, mis sabores, mis sueños de pocas horas, pero lejos, lejos del animal.