domingo, 8 de julio de 2012

Domingo 8 de julio, 2012
18:58hs

la bicicleta me trae a casa, casi entrada la noche, vengo pensando en las cosas que no tengo, con quien me gustaría estar en este momento, pienso en mi casa, en el calor de mi casa... y lloro. Pienso: qué buen lugar la bicicleta para llorar. Nadie nos ve hacerlo, salvo alguien que va a cruzar la calle cuando vamos pasando, ve el brillo de una lágrima en mi mejilla, pero no mas que eso. Los ojos se nublan, un instante, y la lágrima cae, pero de inmediato se seca con el viento, con el frío, la cara queda dura, salada... No olvido los motivos por los cuales lloraba, pero no escucho mi llanto, porque vengo escuchando música, no escucho el hipo que queda después, pero lloro con ganas... lo extraño, lo llevo dentro del pecho y por algún lado tiene que salir este sentimiento, porque sino, reviento...

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